martes, 9 de diciembre de 2014

Inspirada por gente que me inspira: La hija de Gaia.



Ella sentía de otra manera, quizás por eso podía vivir cada día como si fuera el mejor de su vida. Nunca le habían gustado los malos rollos, evitaba las peleas y mediaba entre aquellos que, al tener opiniones diferentes, coartaban al contrario a la hora de que este mostrase sus opiniones, fueran o no correctas. Vivir tan al margen pero, a la vez, tan en lo actual era maravilloso: Tenía tiempo para aprender, para enseñar y para inmortalizar cada experiencia, positiva o negativa, en forma de sonrisa y de agradecimiento al mundo que la rodeaba. 

Había gente que estaba en la tierra para amar, gente para enseñar, otra gente estaba en ella para hacer que otros reflexionasen sobre sus actos... Ella tenía todas esas funciones. Sin haberlo ensayado, se había convertido en el mayor referente hacia la pureza y la sonrisa infinita. La maestra de la naturaleza, la que te enseñaba a conocerte a ti y a tu entorno, a amar la vida, fuere cual fuere. Se había convertido en uno de los pocos que podrían haber heredado ese gen que los hacía únicos: Ella era una hija de Gaia. 

Aunque no todo fuera de la forma esperada, siempre sacaba una conclusión positiva. Si te encontraba en el suelo, tiraba de ti con fuerza, aunque ya hubieras empezado a enterrar las raíces para quedarte. Un ángel con forma humana, una humana con alma de hada. 

-Abraza tu vida.-Ella decía-Abraza a tu yo interior... Abraza la vida... Da gracias por ese árbol que creció.

Escuché con atención sus palabras, durante años sólo las pude leer. Caprichoso el destino que quiso que una persona de a pie, con una vida de lo más caótica como yo, conociera a un ser tan delicado y fuerte a la vez. Un ser osado sin perder ni un ápice de inocencia. Caprichoso el destino que juntó nuestras almas hace años y, a pesar del tiempo, nunca las separó. 

La hija de Gaia que había tenido la suerte de conocer podría heredar la tierra, sus atributos y el alma de los árboles, el agua y el viento. Ella era la persona idónea en el momento idóneo y, años después de nuestro feliz primer encuentro, nos volvimos a ver, con las mismas ganas, esperanzas y sonrisas que la primera vez. Y como entonces, volvió a deleitarme y enseñarme con sus sabias y esmeradas palabras. ¿Pueden las palabras sanar? Pueden. ¿Pueden perdurar en el tiempo? Deben. 

Ya han pasado meses... Ya ha pasado tiempo de nuevo, pero aún sigo sintiéndola en el pecho al dormir, en mi boca al tomar las más arduas decisiones y en mis manos al parar el temblor del pulso ante la autoresignación. ¿Qué quiero explicar con todo esto? Pues que busquéis; buscad a vuestro propio "Hijo de Gaia", por que no solo un lujo es, sino una ventaja ante los puzzles, las preguntas enrevesadas y las palabras tornadas. Buscad uno, y aprenderéis lo verdaderamente valioso de la vida: Vosotros.








Lucha, no te rindas, y así algún día conseguirás lo que mereces.

El tornillo de Frankenstain

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Cada vez una diferente, Depende del lugar, Spain
Si crees que has visto y/o leído cosas muy depravadas y extrañas... es que no lo has visto todo...