sábado, 4 de abril de 2015

Límite

Me despierto cada mañana sumida en profundo desconcierto; No se qué hora es, ni qué día, ni si tengo algo que hacer. A veces tardo unos minutos en recordar quien soy.

La diferencia de mi "yo" actual y mi "yo" pasado nace en la inexactitud de los parámetros automarcados para abastecer a mi mente de sensaciones de autoconfianza y, en muchas ocasiones, narcisismo.

Tardo en levantarme de la cama. Normalmente intento volver a dormir para no tener que lidiar con un nuevo día en el que el eco producido en mi interior es la única respuesta que puedo llegar a encontrar después de horas rogándole a la nada que me de una explicación a tanta incertidumbre. Muchas veces prefiero seguir en esa pesadilla interna en la que lucho por sobrevivir a la selva a enfrentarme con la pesadilla de mirar un reflejo que hace años que no venero (¿Alguna vez lo hice?).

¿Sabéis lo que se siente cuando no se sabe lo que se siente?

Un nudo, fuego, un pinchazo en las venas, un bloque de hielo en los pulmones, un martillo en la cabeza... Morir. Se siente morir.

Y eso quieres. Descansar y nada más. Dejar de sufrir por algo que ni entiendes.

Cada vez te haces más débil, más y más. Las noticias en la televisión se quedan en tu piel, que las sufre como propias... Y de nuevo el fuego, el bloque de hielo... Un desgarrador grito en el aire que nadie sabe de donde viene y nadie sabe como adormecer.

No quieres ver a nadie, descuelgas el teléfono, dejas las redes sociales, tomas una pastilla y duermes a tu cuerpo y alma. Despiertas, recuerdas que nada de lo que te ha llevado a la cama te gusta, tomas una pastilla y duermes. Despiertas, enciendes el móvil, recuerdas por qué sientes ese dolor en tu corazón, tomas una pastilla y duermes. Y así puedes pasarte días, esperando que alguna de esas pastillas falle y te lleve a dormir para siempre.

¡¡ALTO!!

Lágrimas. ¿Mi madre? , ¿Mi padre? , ¿Mis hermanas? , ¿Mi chico?

No merecen esto. Llegas a la conclusión que el fin de un sufrimiento puede ser el comienzo de miles. Y te das cuenta de que día a día cambias el mundo. Si estás cambia y si no estás también.

Te levantas, enciendes el móvil, te metes en las redes sociales, contestas mensajes... Incluso sonríes. Pero el abismo de tu mente no te lo va a poner tan fácil: Tan fácil y rápido como has sonreído escribiendo un mensaje, estás delante de un espejo con una cuchilla. No sabes que quieres, tu mente está en blanco. Y el acero corta sin piedad por donde pasa, haciendo que sangren las pocas esperanzas que tenías en tí misma. Pero te da igual, no estás pensando, sigues y sigues cortando... No para morir, sino para castigarte. La sangre fluye y tu piel se tiñe por completo de rojo. le das la vuelta a tus muñecas y ves tus venas... Y despiertas, "¿Qué estoy haciendo?"

Corres por el pasillo, escaleras abajo, lloras piedad, angustia, desconcierto... Y llegas.

-¿Qué te pasa?
-Necesito ayuda.-Dices entre lágrimas.-Ayuda psicológica.
-Pasa, te atenderá un médico.

Y es ahí donde te das cuenta que quieres ayudarte. Quizás no por ti, pero si por ellos.

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Lucha, no te rindas, y así algún día conseguirás lo que mereces.

El tornillo de Frankenstain

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Cada vez una diferente, Depende del lugar, Spain
Si crees que has visto y/o leído cosas muy depravadas y extrañas... es que no lo has visto todo...